12:00 Estoy esperando a E y a J para la catequesis de confirmación. E y J vienen a catequesis el sábado porque no pueden venir con los demás el domingo. Dan las doce y suena el guasap. Rezo el ángelus y le echo un vistazo al guasap. Es E. Que si la catequesis va a ser a la una. Que ella cree que quedamos para la una y que otra cosa: que una amiga suya quiere apuntarse a la catequesis del sábado porque le va mal la del domingo. Le contesto: vale, venga, va.
12:05 Mi cerebro aplaza por una hora el asunto de la catequesis y formula esta pregunta: ¿qué haremos ahora hasta la hora de la catequesis? Le responde mi estómago -o esa parte ventrílocua que habita en mí- con estas o semejantes palabras: deberíamos ir preparando la comida.
12:08 Vencido por el discurso de mi parte ventrílocua, todo mi ser se pone en marcha hacia la panadería parroquial para asegurarse de que han hecho el pan como a mí me gusta. Observo que, además, han hecho una tarta de kiwi -voz maorí donde las haya- y fresas, y ordeno y mando que sea empaquetada y enviada a unos amigos con los que comeré mañana porque hace una semana me invitaron a comer mañana en su castillo de Campoamor.
12:15 Me dirijo a las cocinas parroquiales atravesando la plaza de la Libertad y observo que un individuo de unos treinta y ocho años -enjuto de carnes, un metro y setenta y ocho centímetros de altura y calzado con un calzado desgastado (talla 44)- se levanta del banco en el que yacía y se despereza. Lo abordo y le pregunto: Señor, ¿qué hace usted desperezándose en mi plaza de la Libertad? Me dice que es un transeúnte que va a Cartagena y tiene hambre. Le digo que me espere.
12:25: En las cocinas parroquiales hallo al aya. Ella está protestando -como siempre- pero calla cuando me haya. Aprovecho su silencio y le pregunto que si puede hacerse cargo de un niño transeúnte que calza un 44 en cada pie y que va a Cartagena y tiene hambre. Y me pregunta el aya que cómo se llama el transeúnte. Le digo que se llama Juanjo y ella se pone en marcha y nos prepara unas lentejas con espinacas.
***
Si no distingues las espinacas de las lentejas no te preocupes. Sabes leer, ¿verdad? Hay botes en los que pone "lentejas cocidas": las lentejas cocidas son marrones. Y hay botes en los que pone "espinaquillas".
-Pon todo junto en la Thermomix con sal, pimienta -blanca y negra- y cualquier cosa que te parezca apetecible.
-Dale a la Thermomix.
Si le das mucho saldrá un puré de cosa en sí. Si le das menos saldrán unas lentejas con espinacas que harán las delicias de propios y extravagantes o transeúntes.
Es mejor no darle mucho.
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