lunes, 7 de febrero de 2011

Crema de zanahoria.

Esta noche, aunque no es viernes, voy a hacerme una crema de zanahoria. No tengo apio ni puerro, pero da igual: sin apio ni puerro. Le echaré una patata grande...
La zanahoria ya la tengo picada.
Me gusta el olorcillo de la mantequilla deshaciéndose en la sartén con la harina. Es mi sesión de aromaterapia ese ratito que paso en la cocina.
Lo que no sé es por qué razón, cuando la hace mi madre, parece crema de zanahoria y está espesita y tiene el color de la zanahoria y, cuando la hago yo, parece sopa y es de un color indescriptible.
Una vez, por probar, le eché más harina y un poco de colorante. Y salió más espesa y más naranja, pero sabía a engrudo. Ni siquiera el diácono quiso probarla.
De todas formas el secreto, cuando se trabaja con verduras, es la salpimentación (no busquen la palabra en el DRAE, vigésima segunda edición). Si le echas bastante sal y pimienta a cualquier cosa, pasa bien.