sábado, 22 de febrero de 2014

Lentejas con espinacas.

12:00 Estoy esperando a E y a J para la catequesis de confirmación. J vienen a catequesis el sábado porque no pueden venir con los demás el domingo. Dan las doce y suena el guasap. Rezo el ángelus y le echo un vistazo al guasap. Es E. Que si la catequesis va a ser a la una. Que ella cree que quedamos para la una y que otra cosa: que una amiga suya quiere apuntarse a la catequesis del sábado porque le va mal la del domingo. Le contesto: vale, venga, va.

12:05 Mi cerebro aplaza por una hora el asunto de la catequesis y formula esta pregunta: ¿qué haremos ahora hasta la hora de la catequesis? Le responde mi estómago -o esa parte ventrílocua que habita en mí- con estas o semejantes palabras: deberíamos ir preparando la comida. 

12:08 Vencido por el discurso de mi parte ventrílocua, todo mi ser se pone en marcha hacia la panadería parroquial para asegurarse de que han hecho el pan como a mí me gusta. Observo que, además, han hecho una tarta de kiwi -voz maorí donde las haya- y fresas, y ordeno y mando que sea empaquetada y enviada a unos amigos con los que comeré mañana porque hace una semana me invitaron a comer mañana en su castillo de Campoamor.

12:15 Me dirijo a las cocinas parroquiales atravesando la plaza de la Libertad y observo que un individuo de unos treinta y ocho años -enjuto de carnes, un metro y setenta y ocho centímetros de altura y calzado con un calzado desgastado (talla 44)- se levanta del banco en el que yacía y se despereza. Lo abordo y le pregunto: Señor, ¿qué hace usted desperezándose en mi plaza de la Libertad?  Me dice que es un transeúnte que va a Cartagena y tiene hambre. Le digo que me espere. 

12:25: En las cocinas parroquiales hallo al aya. Ella está protestando -como siempre- pero calla cuando me haya. Aprovecho su silencio y le pregunto que si puede hacerse cargo de un niño transeúnte que calza un 44 en cada pie y que va a Cartagena y tiene hambre. Y me pregunta el aya que cómo se llama el transeúnte. Le digo que se llama Juanjo y ella se pone en marcha y nos prepara unas lentejas con espinacas.

***

Si no distingues las espinacas de las lentejas no te preocupes. Sabes leer, ¿verdad? Hay botes en los que pone "lentejas cocidas": las lentejas cocidas son marrones. Y hay botes en los que pone "espinaquillas".
-Pon todo junto en la Thermomix con sal, pimienta -blanca y negra- y cualquier cosa que te parezca apetecible. 
-Dale a la Thermomix. 
Si le das mucho saldrá un puré de cosa en sí. Si le das menos saldrán unas lentejas con espinacas que harán las delicias de propios y extravagantes o transeúntes. 
Es mejor no darle mucho. 

viernes, 21 de febrero de 2014

Desayuno y abstinencia.


Hoy he dado el día libre al pinche y al mozo de comedor y me he preparado la cena yo solito: acelgas porque es viernes. 
Media cebollita bien picada en la Thermomix. Ya está. 
Un poco de mantequilla de Soria y un par de minutillos para que se dore la cebolla. Ya está. 
Con la Thermomix en velocidad cuchara -creo que se dice así- se le echa al sofrito una cucharada de harina de otro costal, pimienta blanca y molida y sal y leches y se deja que se cueza un buen rato. Ya está, ya empieza a oler bien. 
Toca echarle las acelgas. Pues se le echan. Como ya están cocidas porque son de bote y pone "acelgas cocidas" uno deja que se cuezan un poco más con la esencia de cebolla y leches. Ya está.
Ahora hay que ponerlo en un plato porque comérselo en la Thermomix no mola. Ya está en el plato.
¿Qué más? ¡Ah, sí! ¡Los piñones!
Y la bendición de los alimentos, claro. 
***
Alguna vez me han preguntado que si no es horrible comer uno solo. A mí, cuando me hacen preguntas de esas, nunca se me ocurre nada. No sé, me quedo como atascado. Pero luego, cuando estoy solo, se me ocurren muchas respuestas aunque ya no haya nadie a quien responder. Hoy, cocinando las acelgas y oyendo las noticias de Ucrania y de Venezuela, pensaba yo que ponerse a lloriquear las propias soledades es una majadería. Y me he alegrado de haberles dado el día libre al mozo de comedor y al pinche, y de estar solo en casa con los coros celestiales en la presencia de Aquel que goza al ver cómo pasamos de nuestra soledad a las acelgas.

jueves, 20 de febrero de 2014

Mañana desayuno de San Miguel.

Mañana, como es viernes, desayuno en la casa parroquial con amigos. El botijo me lo han mandado hoy mismo de ARCO. El mozo de comedor ha dejado preparada la mesa y el pinche ha tomado nota de las instrucciones que le he dado:
1. Ni jamón ni sobradasada porque es viernes y los invitados son católicos de Irlanda -ella- y de Ingalaterra -ellos-. 
2. Café con leches para todos.
3. En el centro de la mesa cuatro nueces y un cascanueces; cuatro rebanadas de pan con queso azul, cuatro rebanadas de pan con queso blanco y membrillo y cuatro tomatitos. 
Y el pinche, descarado: Pues usted, cuando no hay invitados, bien que se hincha a jamón. 
Y yo: Métete en tus asuntos, picaruelo. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Merluza porque es viernes.

20:40 Le digo al pinche de cocina: Pinchedecocina, pinchedecocina: pica dos dientes de ajo y dos cebollas y pónmelas en un recipiente para microondas con un chorrito de aceite, una cucharadita de azúcar y una pizca de sal. Y me responde el muy pícaro: No quiero. Pero enseguida va y lo hace así:


20:45 Le digo: Pinchedecocina: lo has hecho muy bien. Noto que su autoestima se refuerza y añado: Ahora mételo en el microondas para sofreírlo durante tres minutos. Y sírveme una copa de Viña Albali. Y el muy pícaro: No quiero. Pero lo hace y -a hurtadillas- le da un tiento a la botella.

20:48 El pinche saca del microondas el sofrito y me lo presenta. Lo has hecho muy bien -insisto. Y aprovecho: Ahora pon el tomate triturado y un chorrito de vino y dos filetitos de merluza porque es viernes. Y obedece sin rechistar porque se le está haciendo la boca agua. Y, cuando ya lo ha hecho le digo: Muy bien, mételo en el microondas y pon siete minutos y sírvete una copa de Viña Albali. Y es de ver cómo obedece el pícaro, volando.

20:58 El pinche saca esto del microondas:


Y yo: Estupendo. Ahora dale la vuelta a los filetes y mételos otra vez -cinco minutos- en el horno. Pero en ese momento suena el timbre de la puerta principal. Y vuelve a sonar. Y vuelve a sonar. Le digo al pinche: Dile al portero que abra. Y el pinche: No hay portero porque es viernes. Y yo: Pues que abra el jardinero. Y el pinche: El jardinero está con gripe. Y yo: Pues abre tú. Y el muy pícaro: Mi contrato no dice nada de abrir puertas. Pero baja y abre la puerta y vuelve diciendo que pregunta por mi un rumano.

21.27 Después de atender al rumano que se hace llamar Lambrino vuelvo y me encuentro con esto


Llamo al mozo de comedor y le digo: Mozodecomedor. mozodecomedor, prepárame la mesa. Y me lo emplata asina:


Y asina me lo sirve, porque es viernes:


Y cuando le pregunto: Mozodecomedor ¿por qué me has puesto una panera con forma de corazón? El muy pícaro me responde: Porque hoy es San Valentín.